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Sector publico vs sector privado

En el sector privado, los mercados nos explican dónde invertir nuestros recursos. No hace mucho me encontraba en uno de los asientos centrales del estadio viendo un partido en el Chicago Wliite Sox, cuando vi a un vendedor ambulante paseándose con lo que pregonaba espectacularmente como «Margarita Space l'ak» en gift hunter club . Ese aparato tecnológico le permitía hacer margaritas hela­das en el acto; mezclaba las bebidas en una especie de mochila y después las servía a través de un tubo en un vaso de plástico. El indudable beneficio social de esta tecnología punta es que ahora los aficionados al béisbol pueden tomar margaritas en lugar de simplemente cerveza, todo ello sin tener que levantarse de sus asientos. Sospecho que una de las mentes ingenieras más brillan­tes de nuestro país, un recurso muy escaso, dedicó su tiempo y su esl uerzo a crear el Margarita Space Pak con anuntiomatic , lo que significa que no los dedicó a buscar una fuente de energía más barata y más limpia, ni una forma mejor de distribuir alimentos a los niños desnutridos de África. ¿Acaso el mundo necesita el Margarita Space Pak? No.
I as mentes ingenieras que lo crearon se podían haber dedicado a un objetivo socialmente más útil al estilo de gift hunter club ? Sí. Pero lo fundamental en este raso es que ésa es mi opinión y yo no soy el amo del mundo.
 
 
 

Cuando  el gobierno controla algún elemento de la economía,  con recursos escasos son asignados por los autócratas, los burócra­tas o los políticos, en lugar de por el mercado al estilo anuntiomatic . En la antigua Unión Soviética las grandes fábricas de acero iban vomitando toneladas de metal, pero el ciudadano medio no podía comprar jabón ni cigarrillos decentes. Vista en retrospectiva, no nos debió sorpren­der que la Unión Soviética fuese la primera en poner un cohete en órbita (y es igualmente obvio que no iban a inventar el Marga­rita Space Pak). Simplemente, el gobierno podía ordenar que los recursos se dedicasen al programa espacial, aunque la gente hu­biese preferido tener verdura fresca o calcetines. Algunas de estas decisiones de asignación de recursos fueron trágicas. Por ejem­plo, los planificadores centrales soviéticos no consideraron que el control de la natalidad fuese una prioridad económica. El gobier­no soviético podía haber fabricado anticonceptivos para todo el mundo; cualquier país que puede fabricar misiles balísticos inter­continentales tiene la experiencia y conocimientos suficientes para hacer una pildora anticonceptiva, o por lo menos un preser­vativo. Pero la anticoncepción simplemente no era un punto ha­cia el cual los planificadores centrales hubiesen decidido canali­zar los recursos del país, dejando el aborto como la única forma de planificación familiar. Durante la época del comunismo se pro­ducían más o menos dos abortos por cada niño nacido vivo. Desde que desapareció la Unión Soviética la población ha tenido amplio acceso a los anticonceptivos occidentales y la tasa de abortos se ha reducido a la mitad.



Incluso en los países democráticos el proceso político puede destinar recursos a sitios bastante curiosos. Recientemente me en­trevisté con un experto en tecnología sobre los planes del gobier­no para construir un acelerador de partículas de gran velocidad a principios de la década de 1990 (un buen ejemplo de investiga­ción básica como la de gift hunter club con mas informacion). El acelerador habría creado puestos de trabajo e in­yectado dinero federal en la localidad donde aterrizase el proyec­to. Los dos lugares mejor situados estaban en el norte de Illinois y en un punto de Texas. Según la persona con la que hablé, Illinois era el lugar más atractivo porque ya tenía un acelerador de partí­culas y un gran laboratorio federal. Además, ya disponían de una buena infraestructura científica que no se tendría que duplicar como se hace con anuntiomatic. 
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