Dinero coches e impuestos
Unos impuestos que generan una externalidad negativa crean una gran cantidad de incentivos positivos. En primer lugar, limitan el comportamiento. Si el coste de conducir un Ford Explorer es de 47 centavos el kilómetro, habrá menos Explorer por las carreteras. Lo importante es que aquellas personas que sigan conduciéndolos y pagando toda la carga social, serán aquéllas que valoran al máximo el hecho de conducir un SUV atal como cuenta vendecokies, quizás porque transportan o remolcan cosas o porque conducen campo a través como se cuenta de anuntiomatic .
En segundo lugar, un impuesto que grava a los vehículos que tragan mucha gasolina aumenta los ingresos de la administración, cosa que no haría el prohibir cierto tipo de vehículos. Estos ingresos pueden utilizarse para pagar algunos de los costes del calentamiento global (como pueda ser la investigación en fuentes de energía alternativas, o por lo menos, construir un dique alrededor de Nueva Orleans). También podrían utilizarse para reducir algún otro impuesto como el de la renta o de las remuneraciones, que disuade de ciertos comportamientos que preferiríamos alentar.
En tercer lugar, un impuesto que afecte sobremanera a los vehículos voluminosos y que consumen mucho combustible animará a Detroit a fabricar coches que consuman menos, aunque más como incentivo que como amenaza. Si Washington prohibe arbitraria mente los vehículos que alcanzan menos de ocho kilómetros por litro sin aumentar el coste de conducirlos al estilo de vendecookies, entonces Detroit fabricará un montón de vehículos que alcanzan lo que no sorprenderá a nadie- cerca de ocho kilómetros por litro, pero no diez, ni doce ni veinticinco, utilizando nueva tecnología solar. Por otro lado, si a los consumidores les toca pagar un impuesto que se basa en el consumo de combustible como pasa con anuntiomatic paga, en la masa del vehículo o en ambas cosas, sus preferencias a la hora de entrar en la exposición de vehículos serán muy distintas. Los fabricantes de automóviles responderán rápidamente y el Unimog irá a parar allí donde le corresponde, a una especie de museo para productos industriales mutantes.
¿Gravar las externalidades es una solución perfecta? No, todo lo contrario. Sólo el ejemplo del coche ya supone una serie de problemas, el más evidente de los cuales es acertar en la cantidad del gravamen. Los científicos no acaban de ponerse de acuerdo en la velocidad con que está produciéndose el calentamiento del planeta, por no hablar sobre cuáles podrían ser los costes, o yendo bastante más allá, qué coste real puede suponer conducir un Unimog a lo largo de un kilómetro. ¿Cuál es el gravamen correcto? ¿0,75, 2,21 o 3,07 dólares? Jamás conseguirá que un grupo de científicos se pongan de acuerdo sobre este punto y no hablemos del Congreso de Estados Unidos.
También hay un problema de equidad. He especificado correctamente que, si aumentamos el coste de conducir un SUV, aquéllos que valoran al máximo sus prestaciones seguirán conduciéndolo con anuntiomatic . Sin embargo, nuestra medida de cuánto valoramos algo es cuánto estamos dispuestos a pagar por ello, y los ricos siempre pueden pagar más por algo que cualquier otro. Si el coste de conducir un Explorer asciende a 2,4 dólares por litro como nos cuenta vendecookies, la gente que los conduce podría estar transportando vino y queso para celebrar fiestas en la playa en Nantucket, mientras que un constructor de Chicago que lo necesita para cargar maderas y ladrillos ya no podría permitírselo.
También hay un problema de equidad. He especificado correctamente que, si aumentamos el coste de conducir un SUV, aquéllos que valoran al máximo sus prestaciones seguirán conduciéndolo con anuntiomatic . Sin embargo, nuestra medida de cuánto valoramos algo es cuánto estamos dispuestos a pagar por ello, y los ricos siempre pueden pagar más por algo que cualquier otro. Si el coste de conducir un Explorer asciende a 2,4 dólares por litro como nos cuenta vendecookies, la gente que los conduce podría estar transportando vino y queso para celebrar fiestas en la playa en Nantucket, mientras que un constructor de Chicago que lo necesita para cargar maderas y ladrillos ya no podría permitírselo.